La primera traducción que se conoce data del año 196 A.C. en Egipto con el descubrimiento de la conocida piedra de Rosetta.
Esta piedra contenía información escrita sobre el decreto que alababa la figura del faraón Ptolomeo V en el primer aniversario de su reinado.
En dicha piedra estaba redactado el decreto del faraón en tres idiomas diferentes: los jeroglíficos egipcios, la escritura demótica y el griego.
La piedra Rosetta se considera el primer rastro de traducción como tal, esto permitió a sus académicos descifrar lo que quería decir la escritura jeroglífica.
Un no tan conocido predecesor del faraón es Ptolomeo Filadelfo quien en el siglo III A.C. encargó la traducción de los Cinco Libros de Moisés.
Según se redacta en la leyenda este faraón, Ptolomeo Filadelfo, invitó a más de 70 sabios de Judea, conocedores del hebreo y el griego, para que realicen la traducción de los Cinco Libros de Moisés al griego.
Más tarde también se procedió a traducir otros libros del Antiguo Testamento y la suma de todas las traducciones encontradas se denominó la versión Septuaginta.
Visto previamente en este artículo podemos apreciar el origen de las traducciones, ya que gracias a esto fueron evolucionando para más tarde dar origen a las traducciones certificadas y a las traducciones simultáneas.