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Diciembre del 2019, cambió la vida de todos los seres humanos, una nueva pandemia amenazaba al mundo, el COVID 19.  Esta enfermedad nos obligó a modificar no únicamente nuestras actividades cotidianas, como en el caso del distanciamiento, el cual no solo se constituyó en el más grande cambio que se tuvo que realizar, sino que obligó a que muchos negocios y entidades educativas varíen su línea de trabajo tradicional para ¨adaptarse¨ a la nueva realidad. Es ahí cuando los cursos en línea dieron un giro hacia algo que no solo debía cubrir las expectativas de los estudiantes, sino que a la vez, las necesidades de un nuevo mercado con circunstancias completamente distintas.

 

Sabemos que para que los cursos en línea cumplan con los estándares esperados, hay otros factores que tanto las instituciones como los estudiantes deben tener en consideración.

 

En una clase convencional hay cierta cantidad de material a ser cubierto dentro de un  margen de tiempo en comparación con los cursos en línea donde hay mayor flexibilidad, ya que se puede hacer uso del material que ya está almacenado, tantas veces como sea necesario hasta que el estudiante sienta que esa, ha sido una prueba superada.  Esta situación no solo es favorable para el educando sino también para el educador, quien, aunque tenga todas las buenas intenciones, debido a la presión del tiempo, siempre ha tenido que dejar a alguien atrás.

 

Adicionalmente, no se trata solo de ajustarse rígidamente a un sistema, sino el de aprovechar otros recursos a disposición de todos como: blogs, videos, podcasts, etc., los cuales, al ser usados en otro idioma, completarían el aprendizaje no solo a nivel del idioma, sino de acuerdo con un entorno cultural y profesional, en especial en el área de traducciones o interpretación simultánea.

 

Tanto dentro de una clase presencial como en línea, hay cuatro destrezas que deben permanecer: escuchar, hablar, leer y escribir en cualquier contexto de la vida; desde como solicitar un vaso con agua, hasta como opinar acerca de cualquier tema, no solo en un ámbito de una clase con compañeros y profesores sino con cualquier persona.  Todo esto por supuesto, no puede dejar atrás la diversión, ya que cuando el aprendizaje tiene cierto grado de jovialidad, los estudiantes pueden relajarse y hacer de su clase, un viaje agradable hacia el conocimiento.

 

Pero para aprender un idioma, debe haber objetivos previamente establecidos, como, ¿en qué áreas me va a ayudar este idioma, ¿cómo me va a apoyar en mi crecimiento tanto en mi vida laboral como en mi formación académica?, ¿me apasiona esta lengua al grado de separar tiempo de mis actividades diarias para aprender?

 

Estas preguntas y muchas otras son válidas al momento de escoger que lengua aprender.  No obstante, nada de los puntos antes descritos sea el método que sea tendrá validez, sin un sentido de compromiso, lo cual nos ayudará con establecer el horario, las prioridades, el tipo de material adicional a utilizar y a ejecutar todas nuestras capacidades para lograr el fin que nos hemos trazado.  Dentro de ese marco, el aprender un idioma en línea, así como muchas otras cosas, siempre serán posible.

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